Barroquín

Vayamos por partes:

 

Uno: Advertencia.

Cuando diga «Vicente» en mi intervención, me referiré a Vicente Ferrer, editor de Media Vaca, y no a Vicente Villarrocha, el amigo que murió hace una semana y que tan presente sigue estando entre nosotros.
 

Dos: Descargo de conciencia.

En la página 97 de este libro dice:

«ALONSO CANO, Cristo muerto sostenido por un ángel (1646-1652), Museo del Prado.

»En una de mis visitas al cuadro coincidí con una clase de estudiantes de bachillerato. El joven e integrista profesor explicaba la escena y, con gran énfasis, hacía responsables de la muerte de Cristo y del disgusto del ángel a todos sus pecadores alumnos. Una jovencita de la última fila, comentó a sus compañeros: "Jo, tía, qué mal rollo, ¿no?"».

Donde dice Alonso Cano debería decir Antonello de Messina, para que sea cierto. Esta anécdota la presencié ante el Cristo muerto sostenido por un ángel de Antonello de Messina.

Todo lo demás que cuento en el libro es verdad.
 

Tres: Cómo se hizo.

Yo le mandé el relato del niño barroco a Vicente. Pertenece a una colección de relatos agrupados bajo el título «Los misterios del arte».

Vicente me animó a presentarlo al Museo del Prado y le argumenté que estaba muy escarmentado, porque ya les había presentado «El genio de Goya» y me dijeron que la publicación de libros la llevaba Aena. Lo envié  a Aena y me dijeron que ellos sólo editaban libros inéditos. Les envié «Pablito Picasso» y ya no dijeron nada. Luego perdí en un taxi cuatro o cinco ilustraciones del libro y se me quitaron las ganas de insistir.

A estas alturas, la idea de hacer carrera me parece ridícula.

No hace mucho mandé otro libro: «Cuando los grandes pintores eran niños y las grandes pintoras, niñas», a siete editoriales, y no me contestó ni una.

El caso es que Vicente decidió que el niño barroco lo publicaba Media Vaca. El relato es demasiado corto para un libro, así que le mandé todas las imágenes que pude. Unas escaneadas de la Historia de la pintura española, de Mayer, y otras cogidas de Internet.

Vicente, por su parte, me sugirió el recurso de escribir una breve biografía de cada uno de los artistas que aparecen en mi relato. Lo hice. Después me animó a escribir un breve comentario a cada una de las reproducciones que aparecen en el libro. Lo hice. Después me sugirió un motivo ornamental para la cubierta, y como no me convencían sus opciones, opté por pintar el motivo yo mismo. Así seguimos con el colofón, con el ex-libris…

Me tuvo entretenido unos cuantos meses. Mientras tanto, Vicente iba maquetando el libro con el primor que ustedes pueden apreciar.

Un día me escribió Alberto Gamón, preocupado al enterarse de que estaba haciendo un libro con Media Vaca, pues al parecer conoce ilustradores que se han vuelto locos haciendo lo mismo. Le escribí a Vicente para decirle que llevaba fama de tiquismiquis y me dijo que le gustaba mucho la palabra, pero que eso era quedarse muy corto.

Otro día, hablando con mi cuñada de la dificultad de bregar con la difícil situación que tenemos en casa, le dije que en ese momento tenía puestas mis esperanzas de evasión en este libro, en que saliera bien, que gustase y que en la presentación se me aplaudiese un poco. Me contestó:

—Sí, yo también me consuelo con cualquier tontería.

Se lo comenté a Vicente y me respondió:

—Ni el mismísimo Jean-Jacques Rousseau lo habría dicho mejor.

No entendí que nombrará a Rousseau y no a Hobbes, pues, como ya sabemos, el hombre y la mujer son un lobo y una loba para el hombre y la mujer, con todas las permutaciones de género que ustedes quieran y con el adobo de cuñadismo correspondiente.
 

Cuatro: Agradecimientos.

En primer lugar, muchas gracias a todos ustedes por jugarse la vida asistiendo a un acto tan multitudinario en tiempos de pandemia. Muchas gracias a todos, de verdad.

En segundo lugar, muchas gracias a mis increíbles presentadoras, de las que no digo que se han portado como verdaderas hermanas porque, por edad, podrían ser mis hijas.

Vaya talento de criaturas.

En tercer lugar, muchas gracias a Antígona, que ha organizado este evento, y en particular a Julia, la encargada del negociado correspondiente.

En cuarto lugar, al IIAAC Pablo Serrano, por acogernos tan amablemente. Quién me iba a decir a mí que me acogerían en un sitio como este años después de haber dejado de pintar.

En quinto lugar, a Media Vaca, que, aunque estén habituados a publicar libros raros, en este caso se han pasado.


José Luis Cano

 

[Texto leído en la presentación del libro El niño barroco, el 28 de diciembre de 2021, en el IAACC Pablo Serrano, de Zaragoza. El acto contó con la participación de la escritora Patricia Esteban Erlés y la ilustradora Elisa Arguilé. La fotografía, que forma parte del libro, es un retrato de José Luis Cano con un año, en la plaza de la Seo de Zaragoza, realizado por José Luis Cano Peñarroya en 1949].